Los sábados el ambulatorio está abierto únicamente para urgencias, por tanto sólo hay un médico, una enfermera y una administrativa.
Aún me acuerdo mi primera guardia yo solita ante el peligro. Ilusa de mí, pensaba que mi máxima preocupación iba a consistir en controlar a los clientes VIP (yonkis) en su paso por los lavabos, para que no se escapasen de la planta baja ya que por arriba no había nadie.
Mediodía no había hecho ni 10 minutos que habíamos acabado de comer, la doctora y la enfermera estaban en sus consultas entra una pareja de sudamericanos. El padre un armario tipo Rambo con su esposa sujetando una foto de tamaño considerable.
Primero me preguntaron por el teléfono de una cadena de televisión, evidentemente les dije que ni idea.
De repente aquel rudo armario (quien lo hubiese visto juraría que nunca ha desprendido una lágrima), se pone a llorar desconsoladamente junto a su esposa. La foto era su hija de ocho años, había desaparecido hacia dos días, la policía la estaba buscando pero sin resultado. Ellos a la desesperada la buscaban por su cuenta, no era el ambulatorio donde se visitaban y vivían bastante apartados.
Ante esta situación con la comida hecha una bola en el cuello, copié todos los teléfonos hospitales, ambulatorios, atención al ciudadano del ayuntamiento en una hoja y se lo di. Esa fue la única vez que los vi, no sé si encontraron a su hija, espero que sí.
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